Los injertos pueden ser de diversos tipos:
- De encía: por lo general se utiliza la propia encía del paciente, de esa manera no hay ningún tipo de rechazo. Se suele utilizar en aquellos casos en los que la raíz de algún diente ha quedado expuesta, por lo general producido por una técnica de cepillado demasiado fuerte. La zona donante suele ser la zona lateral del paladar del paciente.
- De hueso: en algunas situaciones no existe suficiente hueso para la colocación de un implante, con lo que se recurre a esta técnica de regeneración ósea para poder colocar el implante en su posición tridimensional correcta. El hueso utilizado suele ser de dos tipos: del propio paciente obtenido mediante rascado de partículas finas de las zonas adyacentes a la regeneración, y por otro lado utilizamos un substituto óseo para aportar mayor estabilidad a la regeneración.
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